sábado, 5 de febrero de 2011

La Consagración Religiosa



Nos consagramos porque Cristo se consagró y fue fiel a su vocación; la Consagración es la unión con Dios, en el Amor y la donación.
La Consagración no es una entrega que yo hago simplemente, sino la generosidad que nace del Amor de Dios; es la donación del Señor, para que por mi humanidad, la humanidad lo conozca y lo ame, “Soy su Siervo”.

El mejor regalo de la Consagración, es la libertad, esa libertad trasciende a una gracia mayor que es el Amor. Consagración y libertad, van de la mano en el camino de la configuración con Cristo. Quienes  se quedan en lo superficial no ven más allá de las diferencias y de las limitaciones y estas diferencia y limitaciones agotan.

Los consejos evangélicos, nos permiten ver, vivir y centrar nuestra  consagración en lo esencial: Jesucristo. Estos pueden ayudar a tomar conciencia del auténtico dinamismo humano y de lo que nos desvía de lo esencial; de lo que nos puede bloquear  en la realización personal  y comunitaria y de lo que nos puede llevar a la plenitud. La fidelidad a los mismos da un coraje para ser diferente, por lo contrario, nos liberan  y nos sacan de la prisión del poseer, del tener y del placer, nos abre a la dimensión del ser que facilita el encuentro con Dios, con los demás, consigo mismo y con la naturaleza. Podemos resumir que no hay consejos evangélicos sin amor y el amor permite abrir el corazón a ellos y por lo tanto te facilita vivirlos. Por ello lo más profundo de nuestro ser se refleja.

“Estos consejos evangélicos vivido hoy, en nuestro contexto cultural, al servicio de la misión, la comunión y la profecía hacen tomar conciencia de que somos seres humanos; ayudan a adquirir una identidad humana y cristiana; sitúan nuestro corazón a la medida del corazón de Cristo, los consejos evangélicos nos centran en Cristo” (UISG # 94 Consejos evangélicos y Misión), la pobreza, la obediencia y la castidad son formas nuevas de realizarse la persona humana en su propia realidad y en la escuela de Jesucristo.
La obediencia es escuela de máxima libertad, la pobreza de máxima generosidad y solidaridad  y la castidad de amor fecundo.

“Por lo tanto, las hermanas han de conceder gran importancia al ejercicio y perfecto cumplimiento de los votos. Sólo así, podrán llevar una vida de acuerdo con el estado que han elegido y en el que viven, y progresarán en la perfecta caridad” (constituciones # 17)

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